Ronnie James Dio, el cantante total


 RECORDANDO A DIO, EL REY DEL HEAVY METAL

Pocos músicos me despiertan tanta admiración como el pequeño, gran maestro Ronnie. Un tipo sin igual, apreciado por la gran mayoría de compañeros músicos y venerado por esa inmensa masa de gente, de fans, de ese gran movimiento rockero que una vez conquistó el mundo y que se niega a morir: El Heavy Metal. Y es que, sin miedo a meter la pata, se puede decir que Dio es al Heavy lo que los Clash significan para el punk, o , diablos, lo que Buddy Holly representa para el Rock And Roll. De igual modo que es imposible concebir el rock ácido sin Jefferson Airplane o el sleazy Rock sin aquellos L.A.Guns matadores de finales de los 80, nadie en su sano juicio tendría los huevos de omitir al maestro de la historia del Hard Rock/Heavy Metal. Ronnie poniendo cuernos mientras mueve los brazos con sus espectaculares atuendos; Ronnie dejándose la piel en cada concierto, en cada gira, en cada grabación; Ronnie redondeando cada estrofa, cada estribillo, cada nota. Charlando con los fans, organizando aquel macro-festival solidario, acompañando a Ritchie en la gran leyenda de todos los tiempos, Rainbow. Ronnie resucitando a unos Black Sabbath en horas bajas, reinventando el Heavy Metal con una increíble agresividad («Heaven And Hell» y «Mob Rules») o lanzándose a la piscina en busca de una carrera en solitario que le llevó muy, muy lejos. En todas y cada una de éstas facetas lo dió todo y siempre con la máxima profesionalidad y humildad. Presentemos nuestros respetos, ¡¡¡estamos hablando del jodido RONNIE JAMES DIO!!!
 Una de las cosas que más me impresionó de él fue que, una vez que los tiempos de grandes recintos quedaron atrás, él seguía entregándose al 100% en salas de medio aforo. Allá donde tocara se lo tomaba con la misma seriedad con la que afrontaría el reto de estar descargando en el Palau Sant Jordi o en el Budokan. El cariño y apoyo que le brindábamos, aquellos increíbles himnos que cantábamos con el puño en alto, me consta que le impresionaban tanto como él lo hacía con nosotros. Nunca me decepcionó en directo (aunque algunos discos dejaran bastante que desear), toda vez que para él el cuidado de su voz y la entrega a su público era algo totalmente sagrado. Aquellos repertorios con los que nos obsequiaba, exceptuando en ocasiones los nuevos temas que estuviera presentando, eran absolutamente un jodido sueño hecho realidad para el rockero. «Long live rock and roll», el himno de toda una generación, bien puede considerarse igualado por otros temas de Rainbow, como «Stargazer», «Kill the King» y un largo etcétera, o cualquiera de los pelotazos que grabó con Black Sabbath («Die Young», «Mob Rules», «Children of the sea», «TV Crimes»...), por no hablar de sus grandes logros en solitario como «Holy Diver», «Hungry for heaven»...
  Pero vayamos a la parte central de estas líneas, o mejor dicho, a la razón por la cual estoy escribiéndolas: Descubrí a Dio, como muchos otros, a través de los Black Sabbath clásicos. Yo era un fan a muerte de Ozzy, Toni, Geezer y Bill, y una vez que tuve en mis manos sus seis primeros discos, aquellos mágicos seis discos que cambiaron el mundo del rock and roll para siempre, y que escuchaba una y otra vez con la misma pasión que la primera vez, un buen día tuve la oportunidad de dar el siguiente paso: conseguir, por fín, un vídeo de los cuatro de Birminghan! En cuanto lo ví en mi tienda favorita, me compré aquel VHS llamado «Black Sabbath Story vol.2». El caso es que, en aquel vídeo, Ozzy solo aparecía en una canción, el maravilloso «Hard Road», una auténtica joya de aquel desastroso último LP de los primeros Sabbath. Lo que venía a continuación eran, nada más y nada menos que «Die Young» y «Neon Knights» con Ronnie al frente. La impresión que puede causar en un chaval de 19 años contemplar toda esa parafernalia de humo, melenas y barbas largas, esa música incendiaria y aquel pequeño cantante con su túnica y poses tan alucinantes, es algo que puede cambiarte la vida. Y así fue. Maravillado por esa otra etapa de mis queridos Sabbath, descubrí que había vida más allá de Ozzy y me sumergí en ella con pasión. Y no solo eso, gracias a aquel VHS también descubrí a los Sabbath de Gillan, a los de Glenn Hughes (suponiendo que «Seventh Star» sea un disco de Sabbath) y...Tony Martin!! Sí, Tony también me gustó, y me sigue gustando mucho. Aunque sé que a muchos seguidores no les mola nada, me encantan los discos que grabó con ellos y su voz suena celestial en todos ellos. Para rematar la faena, el círculo se cerraba al documentar el vídeo la reunión con Dio de 1992. Aquella reunión que acabó como acabó. De hecho, el inmenso culebrón que es en sí misma la Historia de Black Sabbath, con sus luchas de egos, broncas, despidos, drogas, celos, reuniones y pleitos, resulta legendaria y hasta graciosa.
  Por tanto, y consecuencia de haberme comprado aquel jodido VHS (que tanto amo y conservo como si fuera un tesoro) fue el meterme de lleno en esta historia, bucear en la vida de todos sus componentes, comprarme toda su discografía etc. etc. Y buena parte de todo ello estaba dentro de aquel vídeo. Después me compré el «Black Sabbath Story vol.1», el «Never Say Die», DVDs piratas etc. Tras la euforia que supuso poder asistir a la reunión de la formación original de Black Sabbath en Donostia en 1998 (¡bendito concierto!), descubrí a Sharon Osbourne (mierda, ¡me había jurado a mí mismo no mencionarla!), la mujer de Ozzy, que -glups- era -y es- también su mánager. Es por ello que estuvieron tantísimos años sin poder tocar; y encima no le dejaron a Toni Iommi usar el nombre del grupo. Harto de eso, se fraguó una nueva reunión con el mismísimo Dio en pleno siglo XXI, y se llamó al proyecto Heaven And Hell. Gran nombre, ¡qué diablos! El resultado de ello fue de auténtica gloria: un espléndido disco con temas nuevos llamado «The devil you know», que barrió de un plumazo todos los sinsabores de Toni, facturando un álbum perfecto y poderoso a más no poder. Y un disco en directo que reflejaba la impresionante energía del cuarteto (Dio, Tony, Geezer y Vinnie Appice). La jugada no pudo haber salido mejor y Heaven And Hell era uno de los grupos del momento en el mundo del Heavy. Sin ninguna duda. Sharon y Ozzy debieron estar dándose cabezazos contra la pared a todo esto, o al menos esa era la impresión que teníamos muchos.
  Fue un apasionante epílogo a una vida llena de gloria, de grandes logros y algunos sinsabores. Pero por encima de todo, Dio siempre amó la música que hacía, dedicó tiempo y energía a perfeccionar y cuidar su voz, sus letras, y a devolver las sonrisas que sus amados fans le ofrecíamos. Su pequeño cuerpo escondía grandes virtudes y un inmenso corazón. Fue fuerte e invencible hasta que la madre naturaleza le reclamó. Se fundió con ella dejándonos solos pero esperanzados ante la fortaleza de su legado, de los mundos fantasiosos que nos hacía vivir. Cantar sus canciones, contemplar sus fotos o las portadas de sus discos y levantar el puño para hacer «los cuernos», son todos ellos gestos de admiración y al mismo tiempo gritos de libertad y autoafirmación en este, nuestro maravilloso mundo del Rock And Roll.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Conversaciones post-concierto. Capítulo primero: Juanjo Berasain.

Soziedad Alkoholika. Evolución y rearme. Entrevista 2024

Izaro "Cerodenero"