Reincidentes: mis héroes de la clase obrera

 



Por fin he vuelto a ver a los sevillanos, y es que han pasado nada menos que diez años, que se dice pronto. El cúmulo de sensaciones vivido en este concierto en Errenteria el pasado 24 de julio, combinado con el recuerdo de tantas vivencias pasadas, ha terminado por hacerme quitar el sombrero ante la trayectoria del grupo y escribir estas líneas que salen del corazón. 33 años después de verlos por primera vez en Oiartzun (primavera de 1990), la voluntad y la dedicación del grupo sigue en pie, y lo hace sin ceder ni un milímetro en su compromiso con la militancia política. Este no es un texto sobre la trayectoria de Reincidentes. Simplemente es algo que necesito escribir, un grito de reconocimiento a un grupo y a un mensaje que me han marcado.


Ni Iron Maiden, ni AC/DC ni hostias: mis héroes son los Reincidentes. El solo hecho de seguir en pie 34 años después del poderoso disco debut ya es de un mérito increíble. Pero es que además, hacerlo defendiendo sus combativas letras mientras siguen componiendo otras que no desentonan con el propio concepto del grupo ni con su compromiso militante, es digno de homenaje. Una veintena de referencias (en su primera docena de existencia, casi a disco por año) avalan su trayectoria: Quince discos de estudio, tres en directo (o incluso cinco, si se suman tanto el directo colectivo con Porretas, Boikot y Sonora como el directo incluido en “Awkan”) más dos pedazo de ediciones (“Aniversario” -2013- y el mencionado “Awkan”, -2015-) que contienen temas nuevos, versiones, tomas en directo y DVD’s, conforman un legado impresionante.


Por el camino, una ingente cantidad de conciertos, giras, festivales y viajes a Latinoamérica, durante los cuales han conocido sus altibajos como es lógico en una trayectoria de esta envergadura. Aquella primera vez que los vimos lo hicieron en compañía de otros grupos y son pocos los recuerdos que guardamos. Y es que han pasado muchos años. De la segunda vez (Gabierrota - Errenteria-, julio de 1993) recordamos la impresión que nos causaron los coros entrecruzados de temas como “Aprendiendo a luchar”, “La historia se repite” y seguramente “Jartos d’aguantar” e himnos como “Andalucía entera”.


Ya ibamos haciéndonos con los casettes originales cuando, ya en Febrero de 1995, pudimos asistir a su concierto en la mítica Sala De Vizio de Zaragoza, en la gira de presentación del disco “Nunca es tarde... si la dicha es buena” publicado el año anterior. Una actuación kañera en la cual suponemos cayeron unas cuantas nuevas. Recordamos sobre todo el ambiente del público y la euforia desatada en los últimos temas. Aquel verano actuaron mucho (como fue habitual durante muchísimos años) por Euskal Herria, sobre todo en gaztetxes y en fiestas de pueblos (en conciertos gratuitos estos últimos, a los que asistían miles de personas) o un poco más tarde en festivales y salas. Es interesante toda esta época de éxito creciente pero anterior a la explosión del 97, y si queremos subir un peldaño más, a la consagración del 98.


Si ya desde el comienzo este grupo siguió una trayectoria ascendente a base de trabajo y calidad, la época que va del 93 al 97 supuso un punto de explosividad y excitación realmente estimulantes para quienes les seguíamos disco a disco. Esos son nuestros años favoritos del grupo, aunque la época en la que definitivamente petaron en el Estado Español (años 97-98) hasta entrado el siglo nuevo también tiene un atractivo especial. No sabríamos decir hasta qué punto exacto llegó el período de máximo apogeo, pero podríamos delimitar como mínimo ese período de gracia hasta 2005 e incluso más allá, por no hablar de la gira conjunta (además de disco y DVD) que hicieron con Boikot, Sonora y Porretas en 2007, como hemos comentado antes.


Una base de fans muy sólida los ha mantenido hasta este 2023, y, a tenor del último concierto vivido, incluso una parte de la juventud se ha incorporado a sus fans en un proceso que ha durado desde sus comienzos hasta ahora. Porque tampoco es normal que, dos décadas después de su máximo apogeo, el grupo se mantenga en activo y todavía con fuerza. Más recuerdos de su época más gloriosa. Mayo de 1998: Un Festival en la Sala Multiusos de Zaragoza con varios grupos de primera fila: de nuevo miles de personas coreando sus himnos. O aquél concierto en fiestas de Elgoibar (agosto de 2000), con una plaza abarrotada y algunos miembros del público subiéndose o intentando subir al escenario a cantar. Recuerdo la deportividad y la risa de los componentes de Reincidentes (sobre todo de Fernando) ante la insistencia de algún espectador.


En el 97, después de una sequía (solo en cuanto a discos publicados, se entiende) que venía del 94, cuando habían publicado su anterior disco, nos sorprendieron con nada menos que dos discos largos: “Materia reservada” y el clásico indiscutible (para servidor, su mejor disco) “¡Te lo dije!”. La cosa traía tela, porque mientras los seguidores seguíamos disfrutando tan felices de sus conciertos, se estaba fraguando una gran polémica con su discográfica, la independiente Discos Suicidas, que les había editado todo desde el segundo disco y que incluso había reeditado el primero, publicado en su momento por Discos Trilita.


Al margen de los tejemanejes internos entre discográfica y grupo, la polémica saltó a la calle por el hecho de haber firmado con la multinacional RCA (la misma que había fichado a Barricada en 1986 desatando una polémica similar). El nuevo fichaje enfadó a un sector de sus seguidores, mientras que otro más numeroso consideraba positivo trabajar con mejores medios (grabación, distribución, promoción). Ir con la camiseta del “¡Te lo dije!” podía suponer oir algún comentario que otro de fans acérrimos y desilusionados. Curiosamente, tres años antes a servidor le pasó algo parecido por llevar la camiseta de “La Araña” de Barricada, pero esta vez porque “estaban acabados”, según alguna mente malpensante.


La fuerza del sonido del grupo había ido creciendo hasta que en el cuarto trabajo lo bordaron (“Sol y rabia”, año 93). El “Nunca es tarde... si la dicha es buena” traía también mucha mala ostia. Nos referimos evidentemente a la música, porque las letras ya venían siendo combativas y duras desde el principio. Con esto no queremos decir que los tres primeros trabajos no fueran potentes, de hecho lo son, y el vozarrón de Fernando se deja notar en todos sus surcos; pero hay un espíritu más agrio a partir del 93, reflejado en unas voces más afiladas y rasgadas, en combinación con una mayor potencia destructiva. Los primeros tres discos crearon escuela, pero es que además el saxo de José Luis Nieto “Selu” aportaba una musicalidad distinta en un juego de melodías combinado con la guitarra que era una absoluta delicia. Joder, era como Tito Aldama en Hertzainak, un factor fundamental en su sonido.


Selu, que había pertenecido al grupo desde 1987, se incorpora a Extremoduro en 1993, mismo año en que grabó “¿Dónde están mis amigos?” y poco después “Pedrá”. Falleció en 2020. Si vimos a Reincidentes en 1990, probablemente debamos concluir que sí vi mos a Selu con ellos una vez. La segunda vez, julio de 1993, puede que ya no estuviera. De aquella formación, aunque no fuera un miembro propiamente dicho, también falleció Juanjo Pizarro en 2021. Compositor y ex miembro de Dogo y Los Mercenarios o Pata Negra, también fue el productor de todos los discos de Reincidentes (no sabemos si le dio tiempo a producir el último “Directo tras la cuarentena” de 2020), además de guitarrista ocasional en algunos discos y proporcionar al grupo un apoyo conceptual, motivacional y musical de gran trascendencia. Si nos situamos en esos años 1990-1993, casi se podría decir que falta el cuarenta por ciento de Reincidentes.


La incorporación de Finito de Badajoz a la segunda guitarra fue muy bien recibida y tuvo mucho que ver en el endurecimiento del sonido que antes hemos mencionado. En directo flipábamos con los coros del nuevo miembro, que forzaba las notas con una brutalidad bastante espectacular. El toque flamenco (que me perdonen los puristas) y de raíces que aportaba le hizo tener su hueco en los discos y sus pequeños momentos estelares en los conciertos, empezando ya por el disco “Sol y rabia” con nada menos que con “La viuda”, para seguir con la explosiva “El cuento del alfajor” del siguiente trabajo, la brutal “Sueño de libertad y su deje flamenco en “¡Te lo dije!” (ambos del disco del mismo nombre), “Cuerpo muerto” del directo y más joyas posteriores como “¡Ay! Dolores”. Tampoco debemos olvidar, si de coros hablamos, de las brutales intervenciones del guitarrista Juan M. Rodríguez Barea.


Volviendo a este concierto de 2023, notamos mucho su ausencia. Finito de Badajoz ya llevaba 27 años en la banda y le habíamos visto en directo al menos en 16 ocasiones. Finito se fue en 2021, pero el nuevo fichaje ha sido de lo más interesante: nada menos que Javi Chispes, ex Banda Jachís y ex de Maniática. Además, tenemos a una garantía como Fernando Madina, quien sigue sorpendiéndonos con la potencia de su voz. Un gran cantante y bajista, sí señor, creemos que no lo suficientemente valorado. Tocar el bajo y cantar tiene su dificultad, pero saca el trabajo adelante con solvencia; y encima anima al público y dirige todo el show con una naturalidad que ya quisieran muchos.


Él mismo nos informó que aquí mismo (Errenteria/Orereta) habían cogido la salmonella en 1989. Una chica les regala una botella de sidra, la segunda de la noche si no estamos equivocados. El ambiente va creciendo hasta desembocar en esa traca final tan típica de los sevillanos. Ojo, que no nos referimos a dos o tres canciones, sino como mínimo a seis o siete que mantienen la intensidad en todo momento. La lluvia que había caído en el primer tercio del concierto tampoco desanimó a los seguidores, quienes venían preparados con paraguas.


Y ahí seguimos teniendo en la batería, en un discreto segundo plano, a Manuel J. Pizarro, el hombre que con sus baquetas hace posible que todo esto funcione. Detrás de los timbales y platos, podemos ver como cierra los ojos al cantar los coros, mientras sigue castigando los tambores. Y el Barea haciendo sus filigranas a la guitarra principal, bastante comunicativo y gozando en los coros. Estos tres (Fernando, Barea y Manuel) llevan la friolera de 36 años dándolo todo sobre los escenarios. Se han pateado todo el estado Español y parte de Latinoamérica en infinidad de conciertos, han actuado para incontables causas siempre con buena disposición y han seguido a flote, lo cual supone algo inaudito.


Deudores del Rock Radikal Vasco, eso sí, siempre partiendo del rock urbano tipo Leño (de alguna manera, en la línea de Barricada, aunque hayan desarrollado cada uno su estilo), consiguieron gran popularidad en Euskal Herria en sus comienzos, de manera similar a otros grupos, como por ejemplo Def Con Dos. Su pelotazo en 1997 y el directo del año siguiente, que consiguió ser disco de oro (50.000 copias en esa época), les llevó en volandas al “...Y ahora qué?, que se acercó a esa cifra. A partir de ahí, el durísimo E.P. “La otra orilla” se publicó ya en Boa Music, para seguir después en Locomotive, Maldito Records etc. Siguieron una serie de discos interesantes, aunque el listón estaba ya muy alto: nada menos que ocho discos largos (de los cuales solo flojeó el “Materia reservada”) absolutamente increíbles, un directo arrasador y un E.P. rugoso.


Pero es que encima nos salieron con un disco doble (“Cosas de este mundo”, 2002), subiendo la apuesta aunque quizás acusando el esfuerzo. El disco acústico fue otra decisión arriesgada, es verdad, sobre todo teniendo en cuenta la fuerza de su repertorio. De los siguientes hubo temas que nos interesaron de discos como “El comercio del dolor” y sobre todo de “Dementes” y “Tiempos de ira”. Incluso sacaron un disco de versiones de música de América Latina. Pocos podrán acusarlos de aferrarse siempre a lo mismo y no arriesgar. A todo esto, estamos en 2023 y la cuestión es que siguen ahí, y aun a riesgo de parecer repetitivos, debemos resaltar que mantenerse en la escena es un logro en sí mismo.


La última vez que los vimos en concierto había sido en el Festival En Vivo de 2013. Recordemos que el festival se celebró primero en getafe (2010 y 2011), después en Rivas Vaciamadrid (2012) y por último en Kobetamendi (Bilbo) en 2013, en un año que en teoría iba a tener tres ediciones (Madrid, Barcelona y Bilbo, de manera simultánea), pero que ante la escasa venta de entradas solo se celebró en Bilbo, en una cuarta edición que supuso la última. Ahí nos sorpendieron con una canción en euskera (algo que ya habían hecho trece años antes con “Un pueblo” junto a Fermin Muguruza en el disco “Y ahora qué”. Esta vez la sorpresa venía de unificar dos canciones vascas clásicas como son “Guk euskaraz” del cantautor Urko y “Euskal Herrian Euskaraz” de Oskorri. Que un grupo sevillano tuviera la capacidad de asimilar de esa manera esas dos canciones, y encima fusionarlas, nos dejó perplejos.


Esta última canción tampoco faltó en este concierto al que nos referimos, y tuvo gran acogida por parte del público. Presente y pasado, constantemente fusionados en este texto, también nos sobrevolaron durante este concierto. 36 años... ¿quién ha durado tanto? Rosendo se ha retirado; del RRV, los más longevos (Barricada o La Polla Records) ya se han separado aunque su huella sea imborrable. Extremoduro ya no existe. Dentro del rock urbano Platero y Tú hace ya tiempo se separaron.. podríamos decir que casi es un caso único dentro del rock urbano reivindicativo. Y si vamos al año 87 es verdad que Su Ta Gar y Soziedad Alkoholika siguen ahí de manera ininterrumpida como los sevillanos. Siniestro Total y Barón Rojo también siguen en pie de alguna manera (aunque, por lo que parece, su final es ya inminente). Hay más grupos pero debemos resaltar que son pocos los que han seguido hasta hoy sin pausas.


Sirvan estas líneas como homenaje a nuestros hermanos sevillanos, que esperemos puedan tener ocasión de actuar más frecuentemente en Euskal Herria estos próximos años. En esta tierra se os quiere.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Siete libros para nueve amantes: bibliografía de Miguel Ríos

Archivos ARF: 2023. Crónica de tres días intensos.